
"El gallo desgañitándose en la lechosidad del alba cree que su canto engendra el sol; el niño gritando en una habitación cerrada cree que son sus gritos los que hacen que la puerta se abra; pero el sol y la madre siguen su camino, trazado por las leyes de su ser. Nos habían abierto la puerta aquellos que nos veían incluso cuando nosotros no podemos vernos, respondiendo con una generosa acogida a nuestros pueriles cálculos; a nuestros inestables deseos, a nuestros torpes esfuerzos”.
"LA MONTAÑA ANÁLOGA", René Daumal
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